viernes, 14 de julio de 2017

¿Por qué el educador debe saber de personalidades?


La educación es el motor más importante que tiene el ser humano para alcanzar la libertad. La libertad suprema se consigue con el dominio de la propia personalidad y es justamente aquí donde la educación actual debe poner el foco para innovar.
Una persona que logró libertades estando, paradójicamente, encarcelado fue Nelson Mandela. Quien utilizó los 27 años que estuvo en prisión para estudiar y aprender de sí mismo en vez de quejarse, culpar a los demás o tomar revancha.
“La celda es el lugar idóneo para conocerte a ti mismo. Me da la oportunidad de meditar y evolucionar espiritualmente" (Mandela)
Si se está de acuerdo que la libertad se alcanza con el conocimiento de uno mismo, los educadores deberíamos enseñar a los estudiantes a ganar batallas sobre sus personalidades; porque es allí donde están las barreras que impiden el aprendizaje real y la preparación para afrontar cualquier reto futuro de cualquier índole. Toda batalla ganada a la propia personalidad crea automáticamente en el ser humano virtudes y/o competencias, que son fundamentales en un mundo donde la técnica está al alcance de un click.
Todos los mecanismos que se pongan en práctica para trabajar la personalidad de los estudiantes deben necesariamente ser comprendidos e internalizados en la propia personalidad del educador. Por lo tanto, enseñar se convierte en un acto de aprendizaje y conocimiento mutuo para educador y estudiante.
Dos caras de una misma verdad
La mayoría de las veces la personalidad crea limitaciones y comportamientos que afectan el desarrollo de la persona y su aprendizaje. Pero también existe otra cara de la moneda. Cada personalidad tiene escondidas ciertas fortalezas, virtudes, comportamientos, gustos y motivaciones que pueden ser invisibles a la propia persona y que si se descubren pueden ser importantes motores en ciclo de aprendizaje. Si el educador trabaja durante el cursado en el aspecto positivo de la personalidad se pueden obtener resultados increíbles.
No sólo la personalidad individual
La teoría general de sistemas expresa que un conjunto de elementos también funciona como un todo, adquiriendo y dando formas a nuevas características. En la clase, no sólo se convive con las personalidades individuales sino que existen grupos de estudiantes que forman una nueva personalidad colectiva. El conocimiento de cada personalidad individual y colectiva es de vital importancia para trabajar en pos de la superación personal y grupal, el desarrollo de competencias y el aprendizaje. Cada educador debe “mapear” (es decir conocer/descubrir) estas personalidades durante la convivencia educativa y seleccionar estrategias, herramientas y métodos que permitan actuar alineadamente a cada una en la búsqueda del conocimiento.
¿Cómo afloran las personalidades?
La clase es un laboratorio propicio para que afloren las personalidades, sólo es cuestión de estar atento y romper las barreras que existen entre el educador y estudiante. Las personalidades afloran de los diálogos y de las dinámicas que se generan en las clases, pero especialmente de los momentos de tensión. Las entregas de tareas y/o trabajos prácticos, fechas finales, los conflictos, etc.
Cuando los grupos son pequeños, es más sencillo detectar las personalidades por el contacto directo a través del diálogo. Cuando los grupos son numerosos, el proceso es más lento y cada personalidad va aflorando con el tiempo.
Claves para trabajar las personalidades en clase
  • Adoptar herramientas que permitan descubrir la personalidad, sus fortalezas y debilidades.
  • Avanzar en el conocimiento personal para luego avanzar en el conocimiento de los estudiantes y los grupos.
  • Cercanía con los estudiantes o disponer de un periodo de tiempo razonable con el grupo.
  • Generar espacios de confianza.
  • Generar una cultura de diálogo.

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